Por Raquel Peyraube
Dra. Raquel Peyraube es Doctora en Medicina y especialista en Uso Problemático de Drogas, con formación en Psiquiatría, Toxicología, Psicoterapia Psicoanalítica, en temas de Infancia, Adolescencia y Exclusión social y cuenta con 28 años de experiencia. A lo largo de su desempeño ha hecho contribuciones en capacitación, prevención, tratamiento y reducción de daños, incluyendo desarrollos teóricos y metodológicos innovadores con énfasis en cuestiones éticas. ExDirectora Clínica de ICEERS, en la actualidad es asesora ad hoc de la Secretaría Nacional de Drogas de Uruguay en la reforma de la política pública de drogas y del Instituto de Regulación y Control del Cannabis. Es investigadora clínica y miembro de equipos de investigación para el monitoreo de la ley en Uruguay. Integra varios comités científicos internacionales y es miembro activo de la IACM (International Association for Cannabinoid Medicines). Actualmente, dedicada al desarrollo de ensayos clínicos, a la educación médica en cannabis medicinal, la difusión de información y consultorías para la Reforma de las Políticas de Drogas en distintos países.
El 20 de diciembre de 2013 se promulgó la Ley 19.172 en Uruguay, que legaliza el Cannabis para todos sus usos: adulto –comúnmente y mal llamado recreativo–, industrial, medicinal y científico. A partir de ese momento Uruguay se posiciona como el primer –y, hasta la presente, el único– país en el mundo que tiene una política de regulación lícita del Cannabis a nivel nacional y para todas sus aplicaciones. Otro aspecto que hace al modelo regulatorio de Uruguay único en el mundo es la definición de los pilares sobre los cuales se ha elaborado esta ley: Salud Pública, Derechos Humanos y Seguridad Interna.
A partir del momento en que se promulgó la ley, el Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA www.ircca.gub.uy) en coordinación con la Junta Nacional de Drogas (JND www.infodrogas.gub.uy) comenzaron a trabajar en su implementación, aunque más lentamente de lo que la población y el país necesitan. Igualmente, se coordinó con los ministerios y secretarías del estado cuyas competencias atraviesan la implementación.
Actualmente ya hay varios proyectos de producción de cáñamo industrial, con casi 5.000 personas registradas para el autocultivo y casi dos decenas de clubes de membresía; la compra de Cannabis en farmacias, será una realidad a partir agosto de este año, dado que la producción por los licenciatarios está prevista para esas fechas.
La falta de antecedentes en el mundo, la necesidad de capacitar a personas para lograr el funcionamiento de este complejo sistema, las discrepancias políticas y el hecho de que la implementación ocurra en pleno cambio de gobierno son algunas de las razones de que el proceso no se desarrolle con más rapidez.
La sociedad civil no estuvo ausente del proceso de implementación. Junto al Ministerio del Interior diseñamos un protocolo de intervención policial acorde a la nueva ley, con vistas a proteger los nuevos derechos de cultivadores y clubes.
En cuanto al Cannabis de uso medicinal y científico este retraso ha sido aún mayor. Con fecha 4 de febrero de 2015, un año y dos meses después de la promulgación de la ley, el Ministerio de Salud Pública (MSP) hizo público el decreto reglamentario para estos fines. Entre otras cosas, este decreto establece que sólo los médicos matriculados podrán prescribir Cannabis de uso médico siguiendo la normativa vigente para la prescripción de sustancias psicotrópicas, tanto en el caso de especialidades vegetales como en el de farmacéuticas, y que la comercialización de Cannabis de uso medicinal sólo se realizará a través de las farmacias de 5ª (droguerías mayoristas), 2ª (farmacias de los hospitales, de las clínicas y centros de salud) y 1ª categorías (farmacias de venta a la calle para público general). Sin embargo, aún no hay un solo producto de calidad farmacéutica en el mercado.
En este contexto, a partir de la publicación de decreto del MSP, los médicos manifestaron la inquietud de que no se encontraban preparados para la prescripción de estos productos. Esta inquietud fue recogida por el Sindicato Médico del Uruguay (SMU www.sermedico.com.uy/el-smu), el cual pidió ayuda a la Dra. Julia Galzerano, miembro de la organización y referente en temas drogas y HIV-SIDA en Uruguay, quien, a su vez, sugirió que se me convocara para trabajar juntas en el proyecto, por mi labor realizada en el área de estudios del Cannabis, tanto en el desarrollo de protocolos de investigación clínica con Cannabis medicinal, así como por mi ejercicio clínico en este campo y mi participación en la preparación de la Ley 19.172.
A partir de este momento, la Dra. Galzerano y yo comenzamos a definir el diseño y la estrategia de implementación, aprobados por unanimidad por la Dirección Ejecutiva del SMU, dando lugar al posicionamiento de SMU e ICEERS (iceers.org/contact-iceers.php) como las instituciones organizadoras del proyecto junto con nuestro apoyo como coordinadoras ejecutiva y académica del 1er Curso de Medicina Cannábica de Uruguay.
El objetivo fundamental del curso era capacitar a médicos, practicantes internos, residentes y enfermeros, y comenzar a prepararse para la prescripción. Prescribir supone algo más que aprender los aspectos farmacológicos, las dosis e interacciones. Ese es el inicio; luego se irá sumando el aprendizaje a través de la experiencia clínica.
Pero también teníamos otros objetivos en función de algunos hechos:
- la existencia de un número importante de colegas con escasa o ninguna información científica rigurosa, y aún en oposición al uso del Cannabis y los cannabinoides como sustancias seguras y eficaces para el tratamiento de patologías severas y frecuentes;
- la existencia de algunos colegas que habían comenzado a incursionar en esta práctica, pero aún como casos aislados;
- la ausencia en los programas oficiales de la Facultad de Medicina del estudio del sistema endocannabinoide y los cannabinoides, a pesar de que el THC fue descubierto en 1964, 20 años después su interacción con los receptores del sistema endocannabinoide, y en 1992 se dio el descubrimiento de la anandamida, uno de los endocannabinoides del cuerpo humano
- y por último la necesidad de contar con una masa crítica del colectivo médico para avanzar en la implementación.
Dado este escenario, la Dra. Galzerano y yo comenzamos a buscar la creación de un grupo de médicos que compartiesen una formación de excelencia para establecer un estándar de praxis médica en este campo, y así contribuir a que los pacientes evitaran las prácticas pseudo-chamánicas, o como suelo llamarlas, “chamanismo cannábico occidentalizado”.
Adicionalmente, pretendíamos que el curso se constituyera en una experiencia piloto que sentara las bases para comenzar a pensar en una formación de postgrado, con la esperanza de que en el futuro exista la Medicina Cannábica o Cannabinología como una especialidad más de la Medicina.
Finalmente, nuestra intención era también promover la participación activa de los integrantes del curso como miembros de la colectividad médica, para luchar por el respeto del derecho de los pacientes al acceso a productos estandarizados, con control de calidad y económicamente asequibles, como parte del arsenal terapéutico de los médicos y de la farmacopea oficial, de modo que estén subvencionados al igual que otros medicamentos, por el Sistema Nacional Integrado de Salud (www.msp.gub.uy/sites/default/files/18.211.pdf).
Para cumplir con el más alto estándar académico, reclutamos a investigadores y clínicos de prestigiosos centros y universidades con experiencia. Era necesario acercar, de la mano de los propios autores, la “otra biblioteca”, esa biblioteca no difundida durante el régimen de prohibición del Cannabis.
El proyecto suponía un esfuerzo económico que el SMU no podría afrontar por sí solo, por lo que buscamos apoyo en otras organizaciones, que vino de la mano de la JND, el MSP, el IRCCA, la Facultad de Medicina de la Universidad de la República, el Colegio Médico y la Oficina Panamericana de la Salud (OEA).
La International Association for Cannabinoid Medicines (IACM www.cannabis-med.org) dio su respaldo académico en reconocimiento al nivel de la propuesta, tanto por el diseño del programa y los contenidos pautados, como por los docentes internacionales invitados, muchos de los cuales son miembros de la IACM, de la cual también soy parte.
El apoyo financiero fue proporcionado por el propio SMU, la JND y Phytoplant Research (www.phytoplant.es/phytoplant-research-sl-es/) como principales patrocinadores, a quienes se sumaron el IRCCA, Fundación CANNA (www.fundacion-canna.es) y Expocannabis Uruguay (www.expocannabis.uy). Con ello logramos cubrir la mayoría de los costos del proyecto y permitirnos establecer una matrícula de coste asequible, así como ofrecer becas del 100% a colegas de bajos recursos y residentes.
Estamos sinceramente agradecidas a todos ellos por haber confiado en nosotras, fundamentalmente por la gente que busca aliviar las dolencias para las que la medicina y tratamientos convencionales no tienen respuestas eficaces.
El cupo fue limitado a 120 participantes con prioridad para los médicos uruguayos, lo que supuso que muchos interesados, provenientes incluso de otros países latinoamericanos, quedaran fuera del curso.
Se creó un sitio web (www.smu.org.uy/cmc) en el que puede verse el programa, los docentes invitados y anfitriones nacionales con sus biografías, los libros académicos recomendados y los apoyos. Los profesionales inscritos tienen además acceso con su nombre de usuario y contraseña a las presentaciones y bibliografía específica enviada por los profesores sobre cada tema.
El curso se puso en marcha el 23 de abril de este mismo año y está siendo un verdadero éxito. Incluso algunos profesores asociados y adjuntos de la Facultad de Medicina nos han honrado registrándose en calidad de participantes.
En cuanto al programa, éste se organiza en seis módulos que abarcan desde las características de la planta y sus componentes activos, la producción para uso medicinal y control de calidad, pasando por el sistema endocannabinoide, la farmacología de los cannabinoides, formulaciones, productos y prescripción, hasta los módulos de enfoque más clínico, en los que se abordan las distintas patologías en las que los cannabinoides han demostrado beneficios en base a evidencia de calidad alta y media, así como algunos usos médicos potenciales que pueden inferirse a partir de la investigación preclínica. Los módulos clínicos abordan enfermedades neurológicas, trastornos de salud mental y adicciones, dolor, cáncer y cuidados paliativos, patologías inflamatorias y autoinmunes, y patologías de la piel. Los aspectos éticos de la investigación y la clínica, y el decreto reglamentario del Cannabis medicinal también están incluidos.
La metodología escogida para las clases es la conferencia moderada interactiva, de modo que sea posible el intercambio entre docentes y participantes, se puedan resolver dudas y responder a inquietudes, así como hacer los aportes desde la experiencia y el conocimiento nacional. En la última jornada tiene lugar un taller para la presentación de casos clínicos coordinado por la Dra. Julia Galzerano y yo misma. Se aplican formularios de evaluación pre y post-curso.
La lista de invitados internacionales, a quienes estamos profundamente agradecidas, incluye (por orden de participación) a los Drs. Arno Hazekamp, Xavier Nadal, Carlos Ferreiro, Roger Pertwee, Ethan Russo, José Carlos Bouso, Kirsten Müller-Vahl, Marcel Bonn-Miller, Eliot L. Gardner, Manuel Guzmán, Mark Ware, Donald Abrams y Tamas Biro, y la Sra. Heather Jackson. Un verdadero equipo de ensueño.
Igualmente agradecemos la participación de la Dra. Leticia Cuñetti y el Lic. Augusto Vitale, conferenciantes nacionales ocupados de los aspectos éticos y la regulación nacional, así como la de los anfitriones y moderadores nacionales por habernos acompañado y prestigiar el curso con su presencia.
Sólo queda comentar algunos resultados que ya estamos cosechando.
Por una parte, la crítica positiva y el reconocimiento de los invitados internacionales ha sido muy reconfortante, y ha reafirmado nuestra convicción y el espíritu con el que fue diseñado este curso.
Sin embargo, tal vez lo más importante han sido los comentarios de nuestros colegas participantes. Todos coinciden en que pocas veces se suele ver un curso con un nivel académico tan alto y homogéneo que además supere tan ampliamente las expectativas, motivando incluso algunas iniciativas por parte de los participantes como el interés de mantener el espacio de formación para continuar estudiando, o la voluntad de emprender acciones como colectivo para agilizar la implementación del decreto, a través de la flexibilización del acceso de los pacientes a productos de Cannabis medicinal de calidad farmacéutica.
Algunos participantes docentes de la Facultad de Medicina han comenzado a incluir en sus clases la información que han recibido. Por su parte, la Escuela de Graduados de la Facultad de Medicina ha dado su reconocimiento al curso, lo que de alguna manera es la “certificación” de su calidad académica a nivel nacional.
Por todo ello, la Dra. Julia Galzerano y yo entendimos que era el momento de convocar a los colegas del curso a una reunión para constituir la Sociedad de Medicina Cannábica de Uruguay (SMCU).
Ya podemos afirmar que la hoja de ruta trazada para el proyecto se viene recorriendo satisfactoriamente. Después de tantos años de lucha por la reforma de las políticas de drogas hacia unas políticas más humanas y sensatas, con la consiguiente marginación por parte del colectivo médico y fuertes críticas recibidas por mi posición científica y ética en el tratamiento del uso problemático de drogas y utilización del Cannabis, aún en régimen de ilegalidad para ayudar a las personas a tratar su dependencia química y aliviar otras dolencias, este nuevo escenario que se comienza a vislumbrar, no puede menos que emocionarme.
Este logro, producto de un gran esfuerzo colectivo, supone un punto de reabastecimiento para seguir avanzando y construyendo herramientas de cambio para el bien común, la salud y los derechos. Continuaremos trabajando para que el respeto por los derechos humanos se siga extendiendo como mancha de aceite, para ayudar y proteger a todas las personas.