Dr. José Carlos Bouso - Psicólogo clínico, doctor en Farmacología - Fundación ICEERS
El principal problema sanitario al que se enfrentan los usuarios de drogas ilegales en general, y los consumidores de Cannabis en particular, es que del producto que están consumiendo se desconocen 1. el proceso de fabricación y/o cultivo; 2. la pureza, aglutinantes y demás productos químicos y/o biológicos presentes; 3. los efectos sobre la salud de dichos productos, y 4. cómo ha sido manipulado, conservado y vendido al comprador.
Por mucho que nuestro organismo sea fuerte y generalmente contrarreste los efectos de los productos contaminantes, al menos para el caso de la marihuana, no desde luego para el de otras muchas drogas, solo con aquellos productos que son ilegales se carece de unos servicios públicos encargados de garantizar la seguridad de lo que se consume. Ejemplos dramáticos de intoxicaciones masivas por consumo de productos que no han pasado controles mínimos de calidad podemos encontrarlos fácilmente en España. El más dramático que se recuerda es el del aceite de colza adulterado en 1981, que afectó a más de 20.000 personas, a muchas de las cuales les dejó secuelas irreversibles, y mató a más de 300. Por no hablar de las sobredosis accidentales causadas por el desconocimiento del producto que se está consumiendo.
Este problema endémico también lo sufre la comunidad cannábica, sobre todo la de los enfermos que se automedican con Cannabis, y no lo evita el que la marihuana sea una planta. En cualquiera de los momentos del proceso de cultivo, secado, curado, manipulación, transporte y conservación de la marihuana destinada al consumo humano, si no se establecen unos mínimos cuidados con los abonos con que se pretenden hacer crecer las plantas, con la higiene del que manipula su manicurado y su transacción y con las condiciones de conservación, puede ocurrir que la marihuana que ingiera el destinatario adquiera algún tipo de contaminante, principalmente hongos, bacterias y pesticidas. Si bien la mayoría de estos eventuales contaminantes presentes en la marihuana para la mayoría de las personas no suponen ningún problema para la salud, sí hay otros que pueden terminar siendo perjudiciales, sobre todo para las que hacen un uso medicinal de la misma.
Debido a que las bacterias y los hongos son ubicuos en casi cualquier ecosistema, es muy probable que la marihuana pueda estar contaminada por alguno de ellos. También las condiciones de cultivo, como el uso de pesticidas, pueden hacer que personas sensibles a productos químicos puedan sufrir alergias derivadas del consumo de marihuanas tratadas con un uso desproporcionado de pesticidas. Como estos hongos y bacterias son abundantes en el medio ambiente, su presencia no necesariamente generará problemas en el usuario, ya que es algo habitual estar en contacto con ellos. De hecho, la mayoría de los usuarios de Cannabis no los experimenta. El problema es cuando estos contaminantes se encuentran en parámetros por encima de lo que el organismo es capaz de contrarrestar. El hongo Aspergillus es el microorganismo que más comúnmente ha causado problemas médicos en usuarios de marihuanas contaminadas. Ello es debido a que, al inhalarlo, sus esporas pueden quedarse instaladas en los pulmones y producir una infección que muchas veces requerirá de tratamiento médico. Por su parte, las bacteria Escherichia coli o la Salmonella son también fácilmente transmisibles si quien manipula la marihuana no tiene cuidado con la higiene personal de sus manos. Una marihuana manipulada sin ese cuidado en la higiene puede quedar contaminada de bacterias que, al tocarla el usuario con sus manos, corre el riesgo de que entren en el organismo si se lleva los dedos a la boca o toca algún alimento. Aunque la mayoría de las personas posee un sistema inmunitario capaz de luchar naturalmente contra la eventual infección, personas que se automedican con Cannabis y que padecen algún tipo de déficit inmunitario pueden ser más sensibles a sufrir infecciones derivadas de contaminantes microbiológicos.
Presentación de los resultados de la
Fundación CANNA en la Universitat
de Barcelona.
Recientemente, la Fundación CANNA acaba de elaborar un informe, que fue presentado el pasado 25 de octubre en el parque científico de la Universitat de Barcelona, en el que muestra los resultados microbiológicos realizados sobre 55 muestras de marihuana, así como de los principales cannabinoides presentes en dichas muestras. Las muestras provenían de 31 clubes o asociaciones cannábicas. El análisis microbiológico fue realizado por D. Manuel Pérez Moreno, farmacéutico y profesor de Farmacología de la Universidad Alfonso X el Sabio, y el análisis de contenido de cannabinoides, por Ignacio García Álvarez de Eulate, ingeniero técnico agrícola y biotecnólogo de la Fundación CANNA.
La Fundación CANNA es una iniciativa sin ánimo de lucro de la empresa CANNA, que estudia e investiga la planta del Cannabis y sus principios activos. Además de apoyar proyectos de investigación y disponer de un servicio de asesoramiento a los usuarios de Cannabis, posee un laboratorio donde se realizan diferentes tipos de análisis, con el propósito de conocer el contenido de cannabinoides y de posibles contaminantes microbiológicos (bacterias y hongos) presentes en los diferentes preparados a base de Cannabis. Este servicio de análisis no está destinado a particulares, sino a centros de investigación, clubes y asociaciones cannábicas y empresas relacionadas.
Respecto a los análisis microbiológicos, se analizaron 55 muestras de un peso aproximado de 300 mg cada una, y se procedió a determinar la carga bacteriana (ausencia o presencia de bacterias, así como la identificación de las mismas en caso de encontrarse) y fúngica (especialmente, la presencia o ausencia del hongo Aspergillus). El manejo de las muestras se realizó en condiciones idóneas de esterilización, para evitar encontrar presencia de contaminantes ajenos a las muestras que pudieran deberse al proceso de manipulación de las mismas. Cada microorganismo detectado se aisló y se procedió a su identificación siguiendo métodos rutinarios de detección e identificación de colonias fúngicas (observación en placas de Petri y por medio de microscopios ópticos). La presencia e identificación de posible presencia de bacterias se realizó igualmente de acuerdo a técnicas de laboratorio habituales cuya explicación detallada escapa a una descripción divulgativa por su alta complejidad técnica.
De las conclusiones del informe que la Fundación CANNA me ha enviado para la escritura de este artículo, la más importantes es la ausencia de enterobacterias, lo cual, según el informe técnico, puede deberse a que las muestras o no han sido abonadas con fertilizantes orgánicos naturales sin esterilizar, o bien se han empleado fertilizantes orgánicos sintéticos, además de indicar unas buenas condiciones higiénicas a la hora de manipular y dispensar el Cannabis. Respecto al resto de carga bacteriana, se encuentra dentro de los parámetros normales en que se halla en otros productos de consumo humano, lo cual es indicativo de un aceptable tratamiento de cortado, secado, envasado y transporte, si bien hay muestras que denotan un mejor cuidado que otras, por lo que dichas condiciones pueden ser mejorables. Concretamente, se encontraron 5 muestras con cargas bacterianas altas, a pesar de estar dentro del rango de la normalidad. En cualquier caso, esta eventual “normalidad” se desconoce si es aplicable a la marihuana fumada, ya que no se conocen dichos parámetros de “normalidad”, por lo que no se puede asegurar que los parámetros encontrados estén dentro de los rangos de normalidad para la marihuana fumada o vaporizada.
Respecto a la carga fúngica, se encontraron 3 muestras con presencia del hongo Aspergillus que, aunque en pequeñas cantidades, estarían completamente desaconsejadas para su consumo humano por su elevada toxicidad. También se encontraron distintas especies de hongos en 5 muestras, probablemente porque la temperatura y humedad de almacenaje no han sido óptimas, que desaconsejarían su consumo humano. Otras 5 muestras presentan también una carga fúngica importante y deberían evitar consumirse. Por último, 15 de las muestras presentaban un excelente perfil de calidad que denota un exquisito cuidado en todo el proceso de cultivo y manipulación.
Un aceptable tratamiento de cortado, secado, envasado y transporte, mejoraría en el riesgo de posibles altas concentraciones bacterianas en plantas ya destinadas al consumo.
Para analizar las concentraciones de THC y CBD se utilizaron técnicas cromatográficas (cromatografía de gases) cuyo método se procedió a validar previamente a la realización de los análisis. La validación de un método cromatográfico es indispensable para garantizar la validez de los resultados, encontrándose solo 4 muestras con una proporción CBD/THC mayor que 1, esto es, tenían mayores concentraciones de CBD que de THC. La media de THC encontrado en las 55 muestras analizadas fue del 12,16%, siendo del 19,72% la muestra más alta en THC y del 6,13% la más baja. Hay que recordar que el CBD, que no es psicoactivo, contrarresta los efectos psicoactivos del THC, por lo que muestras con alto contenido en THC y bajo contenido en CBD serán más psicoactivas que muestras con mayor contenido en CBD, aunque el THC siga siendo alto. Esto, desde un punto de vista recreativo, tiene unas implicaciones respecto al nivel de psicoactividad que experimentará la persona, pero para los usuarios medicinales es algo muy importante, ya que el CBD, contrarrestando los efectos psicoactivos del THC, no solo no contrarresta sus propiedades medicinales, sino que además aporta las suyas propias. Es una buena noticia pues el observar que, aunque tímidamente, los clubes y asociaciones cannábicas se empiezan a preocupar por cultivar variedades que puedan ser útiles desde un punto de vista medicinal.
Debido a la variabilidad en concentraciones de cannabinoides que puede existir al cultivar una misma planta, en su proceso de secado, curación, conservación, etc., el conocimiento de las diferentes concentraciones de THC y CBD de las diferentes variedades que se distribuyen en los clubes y asociaciones cannábicas es muy importante para que el usuario no se lleve sustos y sepa más precisamente cómo le afectará psicológicamente el producto que está consumiendo. Del mismo modo, una misma variedad necesariamente no tendrá la misma proporción de cannabinoides, de ahí lo interesante de conocer la proporción de los mismos en cada uno de los “lotes” finales que se van a dispensar.
En conclusión, los resultados más interesantes de este estudio de la Fundación CANNA muestran que es necesario mantener un buen cuidado en la manipulación de las muestras que se van a dispensar en los distintos clubes y asociaciones, para evitar posibles microorganismos y contaminantes, que pueden ser perjudiciales para la salud, además de proporcionar datos fiables sobre el contenido medio de los cannabinoides presentes, los cuales además de dar información sobre el patrón de consumo, permitirán desarrollar estudios comparativos en años posteriores. Hemos visto que hay una cantidad no desdeñable de muestras que no serían aconsejables para el consumo humano, y menos para personas que se automedican con Cannabis. Si bien de las 55 muestras analizadas solo una minoría no sería apta para el consumo humano por su alta carga y diversidad bacteriológica y/o fúngica, este hecho debería poner en alerta a las asociaciones y clubes acerca de que pueden estar vendiendo muestras que no deberían ser aptas para el consumo de sus asociados.
Este informe de la Fundación CANNA es de sumo interés precisamente por ello: debería servir para que en las asociaciones y clubes cannábicos se pusiera un especial cuidado en los procesos de cultivo, manipulación y conservación de las muestras de marihuana que distribuyen entre sus asociados. La segunda implicación incuestionable es que se debe seguir potenciando la posibilidad de que no solo clubes y asociaciones, sino también el cultivador y el usuario de Cannabis, pudieran tener acceso a controles de análisis del material que utilizan; algo, por otra parte, que debería ser también responsabilidad de la Administración pública. En este sentido, la Fundación CANNA ha hecho una interesantísima labor con la realización de este estudio, permitiendo conocer mejor cuál es la calidad de algunas de las muestras que circulan hoy en día en el mercado de la marihuana, algo que, por otra parte, debería corresponder a la Administración pública, sino la realización de este tipo de análisis, sí desde luego su apoyo y financiación.
Proteger la salud pública no es solo prevenir que las personas consuman marihuana, sino que las que lo hacen consuman unos productos no más perjudiciales para su salud que los que produce la propia marihuana. Esto, que es un hecho para productos claramente perjudiciales para la salud, como las comidas ricas en grasas saturadas o tantos otros productos de consumo humano que utilizados en exceso pueden ser perjudiciales para la salud, debería ser una norma también para todo producto de consumo humano, sea de procedencia legal o ilegal.