Por Julia Galzerano
Doctora en Medicina, Especialista en Medicina Interna, VIH, Adicciones y Endocannabinologìa.
Ha sido miembro del Comité Ejecutivo del Sindicato Médico del Uruguay y ahora forma parte del Tribunal Arbitral del mismo y de la Comisión de Bioética y Derechos Humanos.
Es un referente en el tema de Cannabis Medicinal del Sindicato Médico del Uruguay.
Integrante de la Clínica de Endocannabinología del Uruguay. Cofundadora, vicepresidenta y posteriormente presidenta de la Sociedad Uruguaya de Endocannabinología hasta 2023.
Actualmente se dedica, además, a la educación médica sobre usos medicinales del Cannabis y a la investigación. Tiene dos investigaciones publicadas acerca del uso del Cannabis Medicinal en la Revista Médica del Uruguay.
Soy Doctora en Medicina, graduada en la Facultad de Medicina de la Universidad de la República en Uruguay, especialista en Medicina Interna, en VIH, Adicciones y Endocannabinología.
Me defino como una persona inquieta y curiosa, lo que me ha llevado a incursionar en muchas temáticas. Hoy quisiera compartir un poco de mi experiencia profesional en el apasionante mundo del cannabis medicinal y en qué página nos encontramos en mi país al respecto.
Allá por el 2012 en Uruguay se empezaba a estudiar la Ley de Regulación del Cannabis, hecho que me encuentra integrando el Comité Ejecutivo del Sindicato Médico del Uruguay (SMU). Fue desde ese lugar que impulsamos la creación de una comisión formada por médicos de diferentes especialidades que se dedicara al estudio y la discusión de ese proyecto de ley que tanta repercusión e impacto tenía a nivel nacional e internacional. La comisión redactó un documento de consenso que ponía el énfasis en el cannabis medicinal. Desde ese momento me desempeño como referente del tema en el SMU.
La Ley de Regulación del Cannabis se aprueba en diciembre de 2013 y se enfoca, en primera instancia, a aspectos vinculados al acceso al cannabis recreativo: cultivadores, clubes de membresía y venta de flores de cannabis en farmacias. Es en febrero del 2015 que se redacta un decreto referido al Cannabis Medicinal.
En 2016 impulsamos desde el SMU el primer Curso Internacional de Cannabis Medicinal para iniciar un proceso de educación médica en esta nueva disciplina. En mayo de 2017 tuve el honor de fundar, junto con otros colegas, la Sociedad Uruguaya de Endocannabinología (SUEN), en la que me desempeñé como vicepresidenta primero y como presidenta hasta mayo del 2023.
En lo que respecta a mi actividad privada, en 2017 fundo, integro y coordino la Clínica Uruguaya de Endocannabinología (CEDU) y coordino e integro la Policlínica de Cannabis Medicinal de una de las más grandes instituciones médicas privadas del país, desde su creación hasta febrero de 2023. Actualmente, además de la práctica clínica, estoy abocada a la formación médica en Cannabis Medicinal y al desarrollo de Investigaciones Clínicas en la materia, habiendo publicado varios de mis trabajos y conclusiones en la Revista Médica del Uruguay.
Pasando ahora a hablar sobre la situación del Uruguay, el proceso podría resumirse en la siguiente línea temporal:
- En diciembre de 2013 se sanciona la Ley 19172 "Regulación del Cannabis".
- Dos años más tarde, en diciembre de 2015, se promulga el decreto sobre Cannabis Medicinal.
- En octubre de 2017 se autoriza y se pone en marcha la logística de venta en farmacias y elaboración de productos de Cannabis Medicinal elaborados en el país en base a extractos de variedades no psicotrópicas como el Cannabidiol (CBD) al 2 % con menos de 1 % de Tetrahidrocannabinol (THC).
- En junio de 2018 se agrega el CBD al 5% con menos de 1% de THC.
A partir de entonces se siguen incorporando productos de elaboración nacional, siempre en base a CBD y con un porcentaje de THC menor al 1 %.
En aquellos primeros tiempos no había productos registrados en Uruguay, por lo que se realizaban importaciones provenientes de los Estados Unidos y de Suiza. Los trámites de estas importaciones eran complejos y engorrosos y los costos muy elevados, por lo que pocas personas podían hacerse con ellos.
Tiempo después surgieron los productos nacionales; sin embargo, las barreras económicas para el acceso no desaparecieron.
Pensemos en el manejo de la información en estos tiempos de big data y de inmediatez. Claramente, las personas empezaron a recibir noticias y a interesarse de manera exponencial por las respuestas que ofrecía el cannabis medicinal ante diferentes condiciones de salud. Es así que muchos pacientes y familias desesperadas acudieron a productos artesanales de los que no se conocía composición, origen, ni calidad, y que, además, no contaban con el aval de profesionales con experiencia en el tema.
En este contexto surge una respuesta prometedora que, tiempo después, es incorporada al marco legal: Asociaciones de Pacientes, que elaboraban y ofrecían productos testeados (esto es, estudiados por laboratorios autorizados), a un precio mucho menor que la farmacia y, además, con gran variedad de quimiotipos.
Vamos a detenernos en este punto. Creo fundamental destacar que, si bien en Uruguay tenemos la primera Ley de Regulación del Cannabis para uso adulto y para Cannabis Medicinal, aún no hemos logrado contar con un mecanismo equitativo de acceso al Cannabis Medicinal para todos los pacientes.
Son varios los factores que determinan esta inequidad, y desde SUEN proponemos diversas soluciones:
- La imposibilidad de la población en general de acceder al precio de venta en farmacias, por lo que solicitamos que se incorpore al Formulario Terapéutico de Medicamentos (FTM). De esta forma, debería ser suministrado por todos los prestadores de salud, tanto públicos como privados.
- La necesidad de contar con variedad de productos con THC, independientemente de su concentración (esto es, con más de 1% de THC), para que las personas no se vean conminadas a recurrir al mercado no regulado.
- El acceso a información científica de calidad, para que todos los médicos tengan conocimiento sobre cannabis y, si el paciente lo necesita, lo puedan indicar como alternativa terapéutica.
Volviendo a nuestra cronología, surge en 2019 un movimiento social que logra que ese mismo año se promulgue la Ley del Acceso al Cannabis Medicinal (Ley 19847). Lamentablemente hoy, en junio de 2024, sólo se ha logrado que se reglamente lo referido a las Fórmulas Magistrales, que todavía no se han puesto en funcionamiento.
Esta ley plantea asimismo dos grandes novedades: la figura de las Asociaciones de Pacientes (con la exigencia de que cuenten con profesionales químicos y médicos y que tengan un número limitado de socios) y el acceso a la información con la consiguiente formación obligatoria del cuerpo médico.
En lo personal, estoy absolutamente convencida de que el cannabis medicinal es una opción terapéutica y que esta ley debe ser reglamentada. Y me surge, a su vez, una reflexión ética.
¿Por qué? Porque, como expresa Diego Gracia (médico y filósofo español), la reflexión ética es imprescindible para contribuir a que las prestaciones efectuadas en cualquier ámbito de la salud sean acciones de calidad.
A los médicos se nos enseñó que el cannabis era una droga de abuso. Por eso no será fácil (aunque es absolutamente posible) abandonar viejos prejuicios y abrirse a los nuevos paradigmas e investigaciones. Sabemos que el cannabis medicinal no es una panacea, pero también existe evidencia respecto a sus resultados y seguridad y a la presencia casi nula de efectos adversos.
Será fundamental a la hora de indicarlo, al igual que cualquier otro medicamento, considerar que sea suficientemente eficaz y de riesgo aceptable y valorar la relación riesgo-beneficio, evaluando la magnitud de los efectos adversos respecto a los beneficiosos.
Será fundamental también asegurarnos que la planta sea cultivada según las buenas prácticas de producción y manufactura, con control y composición conocida.
Ahora bien, ¿cómo debe desarrollarse el tratamiento con cannabis medicinal?
Siempre y obligatoriamente bajo la supervisión de un médico con formación en el tema, que tenga conocimientos sólidos sobre indicaciones, contraindicaciones e interacciones con otros medicamentos.
Este punto presenta algunas dificultades, tanto en los pacientes como en el personal de salud, que deberán ser atendidas y resueltas.
- En los pacientes: al tratarse de un producto considerado "natural", existe una tendencia a evitar la consulta médica, a escuchar consejos, sugerencias y recomendaciones de personas allegadas. Se suele creer que es una "panacea" que ofrece soluciones mágicas en áreas donde los tratamientos tradicionales se quedan sin respuesta o que puede eliminar o atenuar, por ejemplo, la polifarmacia. Sumado a esto, las dificultades económicas en el acceso hacen que más personas acudan al mercado no regulado, como decíamos anteriormente.
- En el personal de salud: no hay políticas destinadas a su educación (tema fundamental de la plataforma de trabajo de la SUEN). Así, la mayoría de los médicos cuenta con muy poca formación y muchos prejuicios, lo que lleva a los pacientes a manejarse de manera autónoma e independiente.